Trabajar como diseñadora por cuenta propia o la diferencia entre ser freelance y tener tu propio estudio
Cuando yo estudié la carrera (Publicidad y Relaciones Públicas) una de las cosas que más nos enseñaban era a trabajar en equipo y a aprender a colaborar con distintos perfiles: directores de arte, diseñadores, redactores, ejecutivos de cuentas… las personas con las que trabajaríamos más adelante en una agencia de publicidad. También nos hacían hablar mucho en público para que aprendiéramos a explicar nuestras ideas y el por qué de las propuestas que presentábamos, para después ser capaces de hacerlo delante de nuestros clientes.
Pero una de las cosas que no te enseñaban era cómo empezar si, en vez de trabajar en una agencia o en el departamento de comunicación de una empresa, querías ponerte por cuenta propia o montar una empresa tú. Yo creo que es una posibilidad que casi ni se tenía en cuenta, no recuerdo que nos hablaran de ello ni que se nos incentivara a hacerlo. También es cierto que en ese momento (yo estudié la carrera entre el 2008 y el 2012) aún hablábamos mucho de publicidad en televisión y en radio y no hablábamos nada de comunicación en internet o en redes sociales.
Cuando acabé la carrera, estuve trabajando durante unos años en estudios y en agencias de publicidad, en departamentos de diseño y de vídeo. Desde el principio de la carrera había sabido que lo que más me gustaba era el diseño y la creatividad publicitaria, no tanto el marketing o las RRPP. Desde que empecé a trabajar, también me di cuenta que el mundo agencia no era exactamente lo mío y que en algún momento empezaría a trabajar por mi cuenta pero sentía la necesidad de estar un tiempo trabajando en agencias y aprendiendo, para después tener más seguridad a la hora de empezar yo sola.
Cuando empiezas por tu cuenta en el mundo del diseño, muchas veces pasa que empiezas definiéndote como freelance. Al decir que eres freelance quieres decir que trabajas por cuenta propia y que no estas dentro de una agencia, pero seguramente sigues haciendo muchos de tus proyectos a través agencias o estudios. También suele pasar que tu web es sencillamente un portfolio donde enseñas tu trabajo y no te tratas a ti misma como una marca que tenga sus propios valores, su propia forma de hablar y comunicarse.
Así es como lo hice yo al principio. No pensaba que pudiera o debiera tratarme a mí misma y a mi trabajo como una marca con voz propia, sino sencillamente como una freelance que hace proyectos de diseño para otros. Trabajaba en muchos proyectos a través de agencias o de otros freelancers y, sólo en algunos proyectos puntuales, directamente con clientes. Al hacerlo así, lo que pasaba es que acababa trabajando según las condiciones de otros y no las mías. Con los clientes que ellos escogían y con los timmings que ellos me ponían. Cuando una de las razones por las que me había puesto por mi cuenta era para poder escoger cómo y con quién quería trabajar.
El trabajar con agencias (tanto en plantilla como de forma externa) requiere que, como diseñadora, seas capaz de trabajar en muchos proyectos a la vez y, la mayoría de veces, con un tiempo muy limitado. También requiere que seas capaz de trabajar en distintos estilos, que puedas adaptarte según el cliente para el que trabajes, y cuanto más polifacética seas y más áreas de diseño toques mejor. Si sabes ilustrar, editar vídeo, hacer animaciones o maquetar webs, mejor. Cuánto más sepas hacer y más rápido, mejor.
Mucho de esto, que es inherente al trabajo en una agencia, se aplica también al trabajar para ellos como freelance. Te riges por su forma de hacer y por sus normas, tienes poco poder de decisión en cuánto a qué proyectos coges y en qué tiempo los haces.
Si en vez de enfocarlo como ser freelance, lo enfocas como tener tu propio estudio (aunque seas una sola persona) creo que todo cambia. Al menos para mí cambió en el momento en el que lo hice. Tener tu “estudio” te permite tener unas reglas más definidas y claras de las que puedes tener trabajando como externa de una agencia. Puedes definir mucho más tu estilo a nivel visual, de forma que los clientes a los que atraigas sean aquellos que se sientan identificados con tu forma de trabajar. Al tener clientes a los que les gusta lo que haces y que buscan tu estilo en concreto, es muchísimo más fácil conectar con ellos y que el trabajo salga genial, tanto el resultado como la relación con el cliente durante todo el proceso. Cuando intentas trabajar en un estilo alejado al tuyo, el proceso de trabajo no fluye tan bien y el resultado no es tan bueno.
La importancia de cambiar esa formulación de “ser freelance” a “tener un estudio” me lo hicieron ver algunas diseñadoras estadounidenses que sigo desde hace tiempo en instagram*. Primero me sonaba raro y me daba la impresión de que eso no iba conmigo, pero después me di cuenta de que marcaba toda la diferencia. Y empecé a trabajar en tener una identidad y una voz propia. En generar contenido que pueda ser interesante para los demás y que vaya alineado con mis valores y con mi forma de ver el mundo, y no sólo compartir los proyectos en los que he estado trabajando.
También pienso que hacer este cambio te permite, no sólo hacer proyectos de diseño para tus clientes, sino también empezar a desarrollar productos o servicios propios y tener distintas formas de ingresos relacionadas con tu marca. Pero este es otro tema del que podríamos hablar durante horas y que mejor dejamos para otro día.
Para mí, enfocar tu negocio como una marca con identidad propia es una forma mejor y más fácil de conectar con tus posibles clientes. Cuánto más conozcan tu forma de trabajar y tu forma de ver el mundo, más fácil será para ellos poder conectar contigo. Y más fácil será para ti vender tu trabajo si lo haces de forma honesta, transmitiendo tu visión y dirigiéndote a los clientes con los que realmente quieres trabajar.
*Aquí os dejo un listado de las diseñadoras que más me gustan tanto por su estilo visual, como por su forma de enfocar su negocio y por los temas que tratan: